Duelo
patológico
A lo largo de la vida
los seres humanos sufrimos múltiples pérdidas, pero no todas son igual de
significativas ni interfieren de la
misma manera en la vida cotidiana. Toda pérdida, con valor real o simbólico,
conlleva un proceso de duelo, consciente o no, para quien lo sufre. El dolor
experimentado dependerá del tipo de vínculo que nos una a aquello que perdemos
y a cómo esta pérdida afecte a los aspectos más fundamentales de nuestra vida.
Se entiende por duelo
al proceso psicológico que sobreviene después de una pérdida real o imaginaria.
El sujeto experimenta unan perdida de un objeto del mundo externo y presenta
diferentes conductas que con el paso del tiempo se van superando.
Freud
sugirió el primer modelo sobre el duelo y distingue entre el duelo normal y el
duelo patológico. Menciona que duelo y melancolía son similares, pero el duelo
se trata de una situación pasajera en la que, con el tiempo, el sujeto
reestablecerá el afecto normal del dominio del yo. En cambio, en la melancolía
se degrada el yo como reflejo de denigrar al objeto de afecto perdido, en la
actualidad esto es conocido como duelo patológico.
Freud
enfatiza como las características propias del duelo:
·
Reacción a la pérdida de un ser amado o de una
abstracción equivalente (la patria, la libertad, el ideal, etc.)
·
El duelo es un afecto normal paralelo a la
melancolía (depresión); excepto en una característica: en el duelo no está
afectado el "amor propio" (autoestima).
·
Conlleva la convicción del sujeto de ser castigado
por una culpa cometida por él.
·
El duelo patológico, además de las anteriores, tendrá
las siguientes características:
·
Estado de estrés y depresión que persiste tras un
año de la pérdida (la mayoría de las veces referidas a un ser querido). Tras un
año de la pérdida el sujeto manifestaría:
·
Estado de ánimo depresivo.
·
Recuerdos intrusivos referentes a las
circunstancias de la pérdida, o sueños recurrentes respecto a la persona
perdida.
·
Reacciones de estrés (insomnio, ansiedad, etc.).
El duelo patológico se da cuando
las conductas normales de un duelo se detienen, ignoran, intensifica o
distorsionan, cuando todo se sale del curso normal de una pérdida.
Otros personajes han continuado
con el estudio del, en este trabajo se hablara sobre las aportaciones de Bowlby,
Worden y Kübler-Ross.
El modelo de Bowlby
Bowlby
define el duelo como “una serie bastante amplia de procesos psicológicos que se
ponen en marcha debido a la pérdida de una persona amada, cualquiera que sea su
resultado”. Según él, existen ciertas experiencias infantiles de las personas
propensas al duelo patológico. Sostiene que el patrón de los vínculos afectivos
que un individuo establece durante su vida depende de la forma en que su
conducta de apego se organiza en su personalidad, los sujetos cuya
representación de figuras de apego no han sido accesibles o gratificantes,
tenderán a elaborar duelos de forma complicada.
Describió
tres tipos de personalidades que son propensas al duelo patológico:
A.
Quienes
establecen relaciones ansiosas o ambivalentes. Generalmente provienen de
familias en donde se sintieron rechazados, también pudieron tener padres que
los amenazaban con abandonarlos o dejarlos de amar.
B.
Quienes
prodigan cuidados de manera compulsiva. Sujetos que desde pequeños se otorgan a
sí mismos la tarea de cuidar al otro.
C.
Quienes
afirman independencia de los lazos afectivos. Ante una pérdida de la niñez,
tuvieron que ver por si mismos o crecieron en un ambiente donde la conducta de
apego y al expresión de los sentimientos fueron criticadas. Se ven obligados a
contener sus sentimientos y mostrarse duros.
Estos grupos de personas reaccionaran con autocriticas y
culpas ante una perdida, como una reacción prolongada que producirá duelo
patológico. Estas personas desarrollaron una manera característica de
vincularse con sus cuidadores, debido a ciertas experiencias.
·
Las personas con un apego ansioso tuvieron experiencias con
sus cuidadores donde estos le amenazaban con el abandono o suicidio, o con
amenazas más sutiles como la retirada de afecto si no cumplían sus exigencias,
o también le referían lo detestable que era el sujeto para ellos y lo que les
hacía sufrir.
·
Las experiencias de las personas predispuestas a prodigar
cuidados compulsivos, con que sus cuidadores le hacían sentir responsables de
su enfermedad (enfermos reales o hipocondriacos) o de inducirles la obligación
de cuidarlos, o ambos aspectos.
·
Las personas predispuestas a mostrar compulsivamente
autosuficiencia e independencia solían recibir críticas y castigos por mostrar
sus emociones o necesidades afectivas.
Estos grupos
"reproducirían" relaciones similares y reaccionarían a la
pérdida con un intenso sentimiento de culpa. Bowlby
defiende que el sujeto ha desarrollado un disociación cognitiva entre lo que el
describe de cómo eran las relaciones con la persona perdida y lo que él
atribuye como causa de la pérdida. Esta última información a menudo no es
accesible a la conciencia, y su procesamiento suele ser
"inconsciente". La explicación que da Bowlby a este hecho es que los
padres de alguna manera "presionaron" para que el niño tuviera una
buena imagen de ellos, y esa presión introdujo una regla cognitiva que prohibía
revisar el funcionamiento real con ellos (que se reproduce de alguna manera con
la persona perdida).
Bowlby planteó cuatro fases en el duelo:
Bowlby planteó cuatro fases en el duelo:
·
Fase 1, “fase de entumecimiento o shock”: es la fase temprana
de intensa desesperación, caracterizada por el aturdimiento, la negación, el
enojo y la no aceptación. Puede durar un momento o varios días y la persona que
experimenta el duelo puede recaer en esta fase varias veces a lo largo del
proceso.
·
Fase 2, “fase de anhelo y búsqueda”: periodo de intensa
añoranza y búsqueda de la persona fallecida, se caracteriza por inquietud
física y pensamientos permanentes sobre el fallecido. Puede durar varios meses
e incluso años de una forma atenuada.
·
Fase 3, “fase de
desorganización y desesperanza”: la realidad de la pérdida comienza a
establecerse, la sensación de sentirse arrastrado por los acontecimientos es la
dominante y la persona en duelo parece desarraigada, apática e indiferente, suele
padecer insomnio, experimentar pérdida de peso y sensación de que la vida ha
perdido sentido. La persona revive continuamente los recuerdos del fallecido;
la aceptación de que los recuerdos son sólo eso provoca una sensación de
desconsuelo.
·
Fase 4, “fase de reorganización”: etapa de reorganización en
la que comienzan a remitir los aspectos más dolorosamente agudos del duelo y el
individuo empieza a experimentar la sensación de reincorporarse a la vida, la
persona fallecida se recuerda ahora con una sensación combinada de alegría y
tristeza y se internaliza la imagen de la persona perdida.
Tareas de duelo de
William Worden
Para Worden las fases implican
pasividad y es como algo que hay que pasar, en cambio, las tareas implican que
la persona ha de ser activa y puede hacer algo, da a la persona cierta
sensación de fuerza y la esperanza de poder hacer algo de forma activa.
Worden nos dice que el proceso de
duelo se realiza mediante tareas que siguen un orden cronológico secuencial y
repetitivo que nos permite detectar las áreas en las que hay avances y en las
que hay retrocesos. Si no se completan
estas cuatro tareas, los sujetos presentarán un duelo patológico.
1. Aceptar la realidad de la pérdida
Para comenzar el proceso de
duelo, se debe de reconocer que esa pérdida es dolorosa y que se tiene el
derecho a hablar de eso, se debe de aceptar que aquello que se amaba y que se
ha perdido ya no regresara más. La persona que sufre la pérdida debe aceptar
que es irreversible.
2.
Trabajar las emociones y
el dolor de la pérdida
Viviendo el
dolor de la pérdida, obliga al sujeto a ponerse en contacto con sus emocione,
involucra sentimientos de ira y culpa.
No se debe de sentir extraño o excéntrico y no ser rechazado o aislado.
A veces es necesario expresar físicamente las emociones, para relajarse y
expresar lo acumulado en el cuerpo.
3.
Adaptarse a un medio sin
la persona perdida.
La
readaptación es complicada porque el sujeto no se da cuenta del gran número de
roles que jugaba la persona. Es necesario acostumbrarse a vivir de una manera
diferente, con nuevas necesidades y retos
4.
Recolocar emocionalmente
al fallecido y continuar viviendo.
Es el retiro de la energía
emocional de la persona perdida y se reinvierte en una nueva relación. Encontrar razones para seguir gozando
de la vida buscar un espacio para recordar al que no está o lo que se ha
perdido, se logra despedirse de lo que ya no es para dar paso a una nueva vida
con nuevos objetivos y expectativas. Se integra la pérdida a la vida, la
experiencia resulta menos dolorosa y se encuentran razones para vivir.
Etapas de duelo de Elisabeth Kübler
– Ross
Kübler – Ross habla sobre distintas etapas y emociones por
las que atraviesan los sujetos en un proceso de duelo. Estas etapas aparecen
tanto en enfermos terminales como en familiares y allegados del sujeto, pero no
al mismo tiempo que el paciente.
1.
Etapa
de negación: el sujeto se opone a la idea de que algo malo ha sucedido,
puede funcionar como un amortiguador después de una noticia impresionante o
inesperada.
2.
Etapa
de ira: surgen todos los “¿Por qué?”, todo es malo y criticable,
todo le parece mal al sujeto. Expresarla ayuda con la aceptación de la pérdida.
3.
Etapa
de negociación: la persona mantiene la esperanza de que aún se pueda evitar
la pérdida o que se pueda tener el control de lo que está pasando. Generalmente
el pacto es con Dios o con uno mismo. El sujeto se convence sé que si hace
algo, todo se solucionara y volverá a ser como antes.
4.
Etapa
de depresión: el sujeto necesita llorar por la pérdida, siente una
tristeza profunda y existe la sensación de pérdida. Se debe de expresar la
angustia y el dolor, para poder sobrellevar la depresión sin sentirse
presionadas a esconder el dolor.
5.
Etapa
de aceptación: el sujeto recobra la propia identidad, ha resuelto los
asuntos incompletos. Ya no existe una carga emocional ni un sufrimiento.
Referencia:
·
Ruiz, J. y Cano, J. Manual
de psicoterapia cognitiva.
·
Bowlby, J. Vínculos
afectivos: Formación, desarrollo y pérdida .Ediciones Morata: Madrid.
·
Espina, A., Pérez, M. Sobre
la elaboración del duelo en terapia familiar (2005). Revista de
psicoterapia: www.centrodepsicoterapia.es
·
Yoffe, L.
El duelo por la muerte de un ser querido:
creencias culturales y espirituales. Psicodebate 3. Psicología, cultura y
sociedad.
·
Rothsein,
J., Roy, S. y Wolf, S. Manual de
especialistas en rehabilitación. (2005) Editorial Paidotribo: España.
·
Morris, Charles
G.; Maisto, Albert A. Introducción a la psicología. (2011)
Pearson Educación: México.
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