martes, 21 de enero de 2014

Cuando el Gran Espíritu nos llama a casa

Cuando el Gran Espíritu nos llama a casa

La lectura me hizo reflexionar sobre mi manera de vivir, de todas las cosas que he ido añadiendo a lo que voy “cargando” y de todo lo que voy dejando pendiente. Me parece que la mayoría de personas, incluyéndome a mí, no queremos pensar en el hecho de morir. Hacemos lo contrario al personaje principal del cuento, nos aferramos a la vida. 

Esta historia me da un muy buen ejemplo sobre la aplicación de la tanatología. Como acompañante, debo ponerme primero en el papel de Anuck para liberarme de todo lo que me pesa y me impide avanzar. De esta manera podré ayudar al otro a hacer lo mismo, que es el principal objetivo. Anuck acepta que ha llegado el final de su vida terrestre y tiene que partir y unirse nuevamente con el Gran Espíritu. Para poder irse debe de liberarse de todo lo que lo ata en la tierra, hasta ser “ligero como una pluma” y poder viajar con paz y tranquilidad.

En la lectura se describe el proceso de muerte propia y de un ser querido con total aceptación. Esto no impide que no haya tristeza ante la despedida. Los personajes lloran por la pérdida, pero no se aferran a ella. Muchas personas tienen miedo de sentir, se aferran a las cosas para evitar el dolor y terminan sufriendo más. Anuck acepta que es su momento de partir y pide a sus seres queridos que ellos hagan lo mismo. En este proceso él se despide y a la vez ayuda a los que se quedan, resolviendo juntos la pérdida. De esta manera, el personaje, se asegura de que no deja ningún asunto pendiente y, por consiguiente, tampoco los que se quedan tendrán nada pendiente con él.

Hay una enseñanza espiritual, nos dice que todos venimos de un lugar al que tendremos que volver. Ve al cuerpo como algo semejante a un recipiente, en donde se instala el alma para vivir en la tierra. Es la forma terrenal que se adopta. Al final del proceso, el cuerpo vuelve a la naturaleza nuevamente.


En la actualidad, casi todos nos preocupamos por las cosas materiales y dejamos de lado todo lo que se trata de sentimientos. Es lo que nos enseña una sociedad neurótica, buscar la felicidad en el poder poniendo una coraza para no sentir. Esta historia me deja como enseñanza que no somos un cuerpo con un alma, si no que somos un alma dentro de un cuerpo.